Tengo quemada la fecha en el cuerpo, pero no se me nota. Es el tatuaje que más me ha dolido y sigue sangrando de vez en cuando. También es una fecha que me recuerda de renacer, de dar gracias porque la Muerte sólo pasó soplando y se devolvió sola.
Hoy inflo globos, armo carpas en el jardín y le regalo un suéter amarillo a la niña que lleva tres años más viva. Supongo que sí, aunque sé que todos vamos a morir, me disuelvo por dentro porque ella, aún está viva y la puedo ver crecer.
Se me quedan atoradas las palabras en los dedos, no sé si es porque son tantas cosas que quiero decir y no puedo. Borré las fotos de la cama de hospital y mi niña trasegada de tubos. Ahora me lleno de fotos con risas. Lo difícil es seguir como si la vida fuera normal y no anclarme en la casi pérdida. No hay un porqué. Sólo hay un aquíseguimos. Que podamos seguir celebrando todos los 26 de marzo.