Cuando me enfermaba del estómago, mi mamá me hacía atol de maicena. Cosa más desagradable. Pero me caía bien. Debo admitir que en medio del asunto, no me sabía tan mal. Ahora se lo hago a mis hijos. O pan con mantequilla.
Cada casa tiene su forma particular de arreglar enfermedades. Vicks, atoles, aspirinas… Y todas funcionan a su manera. Porque la mayoría de males menores se arreglan solos y lo que cuenta es el cariñito con que se atienden.
Yo ya no me hago atol. Pero sí huevitos tibios. Y pan con mantequilla.
