La cerveza del domingo me da permiso de relajarme. Es la única que me tomo en la semana y sabe a domingo. A relajarme. A que el mundo está bien. Resabios de domingos con mi padre, quien me enseñó a tomar chela. Una.
Para alguien tan organizado, hasta los días libres tienen su lugar. Pero… la vida no puede organizarse, controlarse, sin pecar de ingenuidad. Nada está completamente a nuestro alcance. Lo único que podemos cambiar son nuestras reacciones a lo externo.
El control no es poder.
Lección difícil de aceptar y que me dejé grabada en el brazo, así necesito entenderla. Hoy es mi día libre, con un poco de relajamiento de la comida y un descanso para mi cuerpo. Espero lograrlo también para la mente.
