Los casis fatales

Casi juego squash. Casi. De vez en cuando le pego a la pelota con la raqueta y hago un punto. Otras veces, no. Y, de casi en casi, trato y trato pero no me termina de salir la cosa.

Nos debatimos entre lanzarnos a hacer las cosas, aunque no nos salgan bien y perfeccionar la técnica para poder hacer algo que quede nítido. Y, como siempre, ambas opciones tienen sus ventajas. Por una parte, dejamos las cosas «como salgan», pero las hacemos. Por la otra, no nos conformamos con algo mal hecho y lo volvemos a hacer.

Hay ocasiones para todo. Supongo que no se puede ser «casi» honesto. Como también admito que quedarse paralizado sin hacer nada porque no queda perfecto, es la clave para no vivir.

Entramos tal vez a tener qué medir hasta dónde nos llevan nuestras habilidades y cuánto es nuestro interés por lograr algo para dedicarle toda nuestra atención. Lo cierto es que sólo nosotros conocemos la taza con la que nos estamos midiendo y con cuánto quedamls satisfechos.

Confieso que jugar squash me traía más frustraciones que veces conectando la pelota, así que lo dejé. Correr no se me da mucho tampoco, pero sigo intentándolo, aunque nunca espero correr ni la mitad de una media maratón. Cada quien con su gusto.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

*

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.