Toqué la piscina antes de decidir si ponerme la calzoneta o hacer elíptica. La sentí tibia. Total engaño, era mi mano la que estaba helada y me hizo percibir distinta el agua a su realidad.
Todo lo que experimentamos pasa por nuestro filtro. No existe lo objetivo, salvo en lo abstracto, sin vivirse. Todo lo que pasa por los filtros de los sentidos ya se vuelve subjetivo. Y lo que no lo hace no existe en términos de la realidad como la conocemos. Una partícula química sólo es un olor en una nariz. Y sólo un cerebro, con asociaciones personales, puede interpretar esa sensación.
El verdadero secreto es encontrar la forma de transmitir esa experiencia propia hacia afuera para poder compartirla. Tal vez no sea objetiva, pero, en mi propio sesgo de vida, me estoy dando junto con mis experiencias.
El agua no estaba tibia, pero al final no me molestó.