Ajustes

Hace ya casi diez años, luego de un evento que me sacudió el mundo, recibí una inspiración que sirvió para el tatuaje que llevo en el antebrazo izquierdo. La puse allí porque la miro seguido y es un buen mantra. Poco de lo que tengo cotidianamente se parece a lo que creí que iba a tener. En su expresión externa. Pero si me voy a lo que quería sentir, hay mucho que sí corresponde.

Nos toca ajustarnos a todo. Ni la Tierra se queda estática y tenemos mareas y clima y aire y vida porque se mueve constantemente y nos hace movernos con ella, desde las estaciones que tenemos que prever hasta si salimos con o sin botas para la lluvia. Lo maravilloso es que el ser humano está diseñado precisamente para eso: adaptarse. Por eso vivimos en casi todo el orbe, bajo las circunstancias más extrañas y, donde no vivimos, por lo menos hemos tratado de explorar.

Yo no pretendo hacer expediciones a los polos, pero sí pido tener la flexibilidad para no creer que lo que sé hacer es lo único que se debe hacer. Ser principiante siempre, ser abierta a aprender, probar lo que conozco y adaptarlo si no sirve. Por eso llevo tatuado «el control no es poder». Amén.

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