Desperté feliz. En paz. Como si se me hubiera olvidado el mundo. ¿En qué momento dejamos que lo que nos rodea nos angustie? ¿Será cuestión de voluntad el aplacar eso que nos desasosiega?
Creo que confundimos expectativas con anhelos y sufrimos cuando no coinciden. Podemos querer muchas cosas y no necesariamente estarlas esperando. Allí está la diferencia esencial.
Probablemente por eso amanecí feliz. Sólo quiero, no espero.