Me lastimé la espalda por bestia. Estoy mejor y ni modo, que me sirva de lección. Pero lo que me llama la atención es que me fue mejor moviéndome que no.
El instinto al lastimarse es quedarse quieto. Y seguro que eso es lo que hay que hacer en algunos casos. Sin embargo, muchas veces hay que seguir. No dejarse. Moverse.
Me sigue doliendo un poco. Y no importa, hoy tampoco voy a quedarme quieta.