El secreto de cada día es que siempre es igual
el sol sale por el mismo lado del jardín
y trepa por la misma pared para escaparse
dejando que la sombra arrope las plantas.
Pongo el despertador siempre a las cinco,
no teniendo a dónde ir, es importante estar lista.
Si no existieran los nombres,
podría un jueves llamarse lunes
y nos daría lo mismo,
salvo los viernes, porque ese día tomo vino.
Tenemos una cantidad limitada de pasos
entre la cocina y el cuarto,
el conteo da el mismo número
no importa cuántas veces recorramos el camino.
Estos días son iguales.
Pero me están cambiando.
