Hasta hace poco, nadie hablaba de lo que pasa en la perimenopausia. Es más, ese término ni se usaba. Ahora me persiguen los videos de mujeres hablando de sus síntomas y experiencias y tratamientos. Es alentador que uno ya no tenga que pasar esta transición sola, pero lo que más me ha gustado es todo lo que uno va perdiendo con la edad.
Resulta que las mujeres pasamos etapas igualmente fuertes de cambios hormonales que tienen, básicamente, el mismo propósito: cambiarnos el cerebro. La adolescencia nos prepara para tener hijos. La menopausia para educarlos. Y es que somos una de dos especies de mamíferos que sobreviven la menopausia (la otra son las ballenas). Con la meta de enseñar. Tal vez hasta por eso uno se vuelve más frágil: para que se queden cuidándonos y poniendo atención.
Durante este cambio, lo fregado es perder masa ósea, músculo, elasticidad, hasta la mente. Pero lo que agradezco perder es la vergüenza, el agobio por lo que opinen los demás, la angustia de no ser suficiente. Todo eso se puede ir al carajo. De lo demás, nos encargamos mis pesas y mis hormonas.