Sin ti, queda la misma de siempre. No hay una diferencia perceptible. Tal vez no hay tantas risas, pero la boca sigue igual. La mente da las mismas vueltas, la comida sale con el mismo sabor, el humor continúa negro. No cambiaría de amigos, ni de casa, ni de hijos, ni de gatos. Cualquiera que me viera, me reconocería. Porque estando contigo, soy yo. Estando sin ti, soy yo.
Pero, ¿para qué?