El miércoles 21 de septiembre me toca mi examen de karate y siento el estómago como si me hubiera tragado una piedra de la ansiedad. La kata, en vez de salirme mejor, cada vez le encuentro más defectos que no había visto y que tengo que corregir. Hoy, por ejemplo, mi shihan me señaló que un movimiento era una transición y que por eso había que hacerlo fluido. Joder. Si yo le estaba haciendo pausado porque no me salen las posiciones de pies de otra forma.
Las transiciones son difíciles, en todos los aspectos de la vida. Y no entiendo por qué todavía nos sorprenden. Si la vida entera es una etapa de cambio de un estado efímero al otro. ¿O acaso ustedes se han logrado quedar para siempre en el mismo lugar de sí mismos?
Lo bonito es que «trascender» tiene la misma raíz. Sólo podemos llegar al otro lado, a ese lugar que nos llama, si nos movemos de donde estamos en este momento. Y, sí, es difícil e incómodo. Pero es la única forma.
Para cambiar sin rompernos la cara hay que practicar. Para hacer las cosas mejor cada vez, hay que fijarse en todo lo que nos hace falta para hacerlas perfectas. Y para poder cambiar de cinta en el karate, tengo que aprender a mantener el «flow» en mi kata. Permiso, me voy a practicar.