Antes, cuando nadaba casi todos los días, tenía tiempo sin interrumpir para pensar. Allí se me ocurrían los cuentos, o las pequeñas novelas que luego escribí. Luego vino la pandemia y perdí toda esa costumbre y espacio sin distraerme.
Hay ocupaciones que necesitan concentración y tiempo. Cada uno tiene la suya. Y es importante poder encontrar el cómo. Distraerse es muy fácil. La mente es como un mono curioso que salta de rama en rama. Hay que calmarlo. Hacerlo que se concentre.
Cuando retome la escritura, será en períodos más cortos, pero más frecuentes. Como ahorita.