A veces cuando hacen versiones modernas de historias viejas, las adaptan para que “reflejen las sensibilidades actuales”. No entiendo por qué no se dan cuenta que uno regresa a esas novelas precisamente porque nunca pierden su vigencia, sin cambiarlas.
Cuando uno se vuelve a contar la historia personal, el final siempre puede cambiar, pero uno es el que la lleva. La permanencia no está en la meta, sino en el que la atraviesa.
No me gusta que cambien los relatos que me han apasionado. Tengo que reencontrarlos y evaluar por mí misma si yo también les daría un sentido distinto. Espero que no.