La muerte sabe a vainilla
La sentimos en la boca con el primer aliento
El dulce que llena todo, desde que aprendemos a comer
Así olía la caja de pañuelos de mi mamá
Los que ahora usa mi hija
Persiste la fragancia de otra persona que ya no huele a nada
Las palabras que decimos para olvidar
Grabadas en el aire que huele a tierra, sabe a sangre
El sabor al fondo de la copa de vino
Una botella abierta para bailar y decir adiós
El dejo amargo de los besos que se dan
Con los ojos abiertos, los labios apretados
Se escucha el sabor en el timbre de voz
De quien nos dice que nos quiere
O que ya no.
Todo sabe a vainilla.
