La isla de la cocina

Hace poco cambié los muebles tradicionales de la cocina de mi casa por estructuras de cemento. Repisas, tops, isla, todo es de cemento visto. Apenas tengo 7 gavetas y los aéreos están abiertos, sin puertas.

Confieso que mi gusto personal de decoración no pasa del blanco para las paredes, madera y concreto. Supongo que prefiero mi entorno sencillo, para poder ponerle yo la complicación. Pero, lo que más disfruto es la isla. Poder hacerme un café y sentarme allí mismo, piernas cruzadas como niña ante una hoguera. Es un pequeño oasis entre el ruido que generalmente acompaña mis días.

Necesitamos lugares que nos sumerjan en tranquilidad desde el momento en que entramos en ellos. Para algunos, la iglesia, otros, un bosque. Lo que sea. Idealmente podemos adentrarnos allí sin mayor dificultad. Debería estar a nuestro alcance cotidiano. Porque, cualquiera se relaja con el ruido de las olas, pero no todos las tenemos tan cerca, por ejemplo.

Recargarnos, rehacernos, retomar. Supongo que para eso sirve el pequeño momento de silencio, que no dura más que el café en mi taza. No importa. Tampoco necesito mucho.

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