Quien gana, pierde

Cuando uno juega un deporte, el chiste es ganar. Y, para que eso pase, alguien tiene que perder. Es lo que hay. Por eso no me gusta competir porque detesto perder.

Eso está bien, en un ambiente ficticio. Pero no sirve para las relaciones personales. Porque allí, si uno gana, ambos pierden. Difícil asimilarlo en el momento y más difícil parar el impulso de derrotar al otro.

La diferencia es que no vivo con los del otro equipo y sí con mi familia. Hay victorias que le hacen a uno perderlo todo. Y no se trata que ambos perdamos, sino que ambos ganemos. Ésa es la verdadera fuente de satisfacción.

Romper el ayuno

Tenía varios meses de no hacer mi ayuno largo. Había leído que no era bueno hacerlo tan seguido y me lo tomé muy en serio. Pero lo retomé y lo más sorprendente fue que no me estaba muriendo por romperlo.

Cuando uno se quita algo, a veces lo más complicado es cómo volver a meterlo en la rutina. Las privaciones son excelentes en su justa medida y es bueno salir de ellas. Poco se habla de la bondad de estar tranquilo y sin necesidades. Pero hasta de hacerse el fuerte se puede exagerar, porque, como siempre, los humanos lo llevamos todo al extremo dañino.

Rompí el ayuno comiendo normal. Y cuando lo vuelva a hacer, trataré que no me cueste regresar a la normalidad.