Domingo después de tantos días sin alarma se me hizo a la velocidad del caramelo. Y heme aquí, a las casi seis de la tarde y yo apenas saliendo de bañarme. No sé si felicitarme o regañarme. Pero nada en medio.
Así como las fechas son arbitrarias, también lo son los horarios. Todo es voluntario. Imaginado. No obligatorio.
Poco me queda qué escribir, más que qué rico bañarme tarde. Ya mañana estamos de nuevo con alarma y todo.