Pasó el día de la madre. No desapercibido, pero sin demasiada pompa. Porque mis enanos saben que no necesito grandes gestos, pero sí actitudes constantes.
Una de mis mejores amigas dice que la maternidad está sobrevalorada. Tal vez está idealizada. Todo lo que vale la pena, cuesta. Todo lo que uno quiere, duele. Y en el caso de los hijos, a quienes uno adora, no puede ser fácil porque vale el mundo entero.
No soy amiga de mis hijos. Esos van y vienen. Soy su madre, para bien y para mal. Y eso vale la pena celebrarlo.