Ayer me dieron una buena noticia, que me dediqué a dar vueltas como se juega un anillo favorito entre los dedos. Las argollas que no tienen principio y se pueden girar sin fin. Hoy ya no es lo mismo y ayer lo supe, así que me dediqué a sentir cómo se me aflojaba un poco la tuerca de l angustia que hoy regresó a apretarme ese lugar que no existe más que para pesar de vacío en el pecho.
Poder sentarse en el momento y decir “esto, ahora, esto es lo que tengo. Mañana va a ser diferente o no. Pero tengo esto ahora”, es soltar la carga de las cosas sin sustancia que le asignamos al futuro. El futuro siempre llega, y lo que vaya a suceder después, también.
Ayer pude respirar tranquila y hoy no y no sé qué va a pasar mañana, pero no importa ahora.