Eso ya lo escuché

Las historias más viejas del mundo son las que más se repiten. Ya sea gustos por colores en familias, adicciones lamentables que se pasan de generación en generación, hasta las grandes sagas humanas de emociones que escuchamos y leemos en todas las culturas del mundo.

Estamos condenados o bendecidos a repetir las cosas importantes, tanto en nuestros ciclos como en sociedad. Sólo así podemos volver a enamorarnos. Si no, no habrían poemas que cuentan todo de nuevo, de forma nueva. Tal vez es por eso regresamos a escribir y a leer y ver cosas que ya conocemos, porque nos las presentan de forma diferente.

Ver crecer a los hijos nos da la oportunidad de volver a ver de nuevo el mundo como por primera vez, aún cuando ya conocemos a dónde van. Es el privilegio de haber pasado ya por allí. Y la responsabilidad de no arruinarles la sorpresa.

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