Sobre la rutina cabalga mi alma


La base de toda religión es el ritual. El hecho de seguir ciertos pasos en el mismo orden, es una invitación a nuestra mente a entrar a un cierto estado de ánimo. Lo mismo la ropa, los uniformes, los himnos, las declamaciones, los contratos. Las fórmulas y las rutinas son el viento que empuja los barcos de nuestras existencias, en lo enorme y en lo privado.

Para mí, mis rutinas me dan paz, y me la quitan. Parte de lo que he aprendido últimamente es a relajar la necesidad de seguir siempre algo igual, sobre todo si está fuera de mis manos conseguirlo. La constancia debe ser un alivio, no una carga imposible. No vamos a encallar en una roca sólo por no cambiar un poco el rumbo.

Y allí he encontrado mi respuesta: que las rutinas me encaminen hacia la meta, pero que no sean más importantes. Prefiero encontrar el significado detrás del rito y no sólo quedarme en la repetición.

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