Partirse

Cuando iba a tener a mi hija, tuve un pequeño momento de pánico: ¿cómo le iba a hacer para quererla tanto como al primero. Tonto, viéndolo hacia atrás.

Pensamos en nuestras relaciones en términos de escasez: damos y recibimos algo en las mismas, pero es finito. Cuando en realidad lo que constituye un cariño es esencialmente inacabable.

Los quiero a los dos y hubiera podido tener dos más y quererlos. No me parto.

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