Lo que no se ve

Hace poco hablé con una señora que conozco desde hace años, pero con quien no había conversado. Por alguna razón, de un tema trivial, llegamos a hablar de sentimientos muy profundos. Fue un momento de conexión, de sentirnos entendidas. La mejor conversación que he tenido últimamente.

Uno pasa por la vida sin enseñarse a los demás. Es lo adecuado. En primer lugar, porque no es del interés general conocer nuestra vida íntima. En segundo, porque la vulnerabilidad es un animalito frágil, fácil de quebrar. Pero lo opuesto, el no abrir el alma jamás, no nos deja crecer.

Creo que está bien no compartirse con todo el mundo. Qué cansado. Y estoy aprendiendo a hacerlo de vez en cuando. No tanto por mí, por el abrazo que pude darle con verdadera compasión y entendimiento a otra mujer que ha pasado por cosas similares. Para eso es que uno está roto, para dejar salir luz por las rendijas. De nada sirve un candil debajo de la cama.

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