Lo que no se puede comprobar

Hoy sentí que me siguió un tipo en el parqueo de un cc. Esperó que me bajara del carro, me siguió hasta la entrada y no entró. Me pareció muy sospechoso, desde su actitud hasta la forma en que estaba vestido. No pasó nada, ni cuando salí. No lo volví a ver.

De vez en cuando dejamos de hacer cosas porque tenemos un presentimiento extraño. Luego no pasa nada y no hay forma de saber si evitamos una calamidad. Nos sentimos hasta un poco ridículos por dejarnos llevar por sentimientos irracionales. Pero, la verdad, es que nuestros cerebros procesan muchísima más información de la que estamos conscientes y nos mandan avisos que no tienen una estructura verbal concreta. Sobre todo porque parecen advertencias del hemisferio derecho en el que no hay lenguaje abstracto pero sí contexto. Hacerle caso al primer sentimiento de desagrado es bueno. Aunque luego obtengamos evidencias a lo contrario.

Prefiero haber hecho que el joven en el cc se sintiera incómodo porque lo vi con muy mala cara y que no fuera un delincuente, a que me dé pena protegerme para ser educada y ser víctima de un asalto. No tengo forma de saber si tuve razón. Menos mal.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

*

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.