Estar agradecida por tomar decisiones cotidianas es un ejercicio de pertenecer a la vida. Pequeños triunfos que uno se va otorgando y que hacen la diferencia entre estar amargado o no. Es banal, inconsecuente, pero, seamos sinceros, la mayor parte de nuestra existencia carece de peso, de trascendencia, salvo la que nosotros mismos le asignamos.
Las personas más felices son las que están conscientes de sus circunstancias, aceptan lo que no pueden cambiar y agradecen lo que tienen. No se trata de despojarse de la gana de hacer/ser. Es sólo no olvidarse de lo que ya se es.
Me gusta fijarme en las cosas que me dan placer, así sea el sabor del agua. Mejor eso a ponerle atención a todo lo que me molesta, que igual está presente.