Tengo una pequeña escoliosis que he mantenido a raya los últimos años a fuerza de bajar de peso y hacer ejercicio. Y meditar. Y nada. Y tratar de no estresarme (tanto). Pero hoy me recordó con una buena sacudida que está allí, que no se ha ido y que no soy inquebrantable. Porque sí me partió. Un mal movimiento y casi me quedo tirada. Ya seguí mi propio protocolo con inyección y todo y no puedo decir que me duela si no me muevo.
Tenemos todos un punto de inflexión, ese lugar donde nos quebramos y al cual no deberíamos tener que llegar para tomarnos un respiro. Pero llegamos y de allí se vienen las crisis y los desastres. Estamos tan acostumbrados a seguir, que se nos olvida que no siempre hay que moverse para avanzar, que el tiempo y la vida transcurren solos y que, a veces, uno puede dejarse llevar por la corriente, un ratito.
Algo así estoy en esta mañana, quieta. Porque ya terminé de lavar y doblar ropa y tengo hecho el almuerzo y los niños no han venido. Espero que eso sea suficiente.