Decisiones

Hacer maletas siempre es un ejercicio de autocontrol para mí. Quisiera llevar dos mudadas para cada día, porque no sé qué me voy a poner, o cómo va a estar el clima, o a cómo va a estar la demás gente. Ni qué decir la ropa de los niños. Tres mudadas me parecen pocas. Un amigo me acaba de contar que se va a la playa ocho días y lleva dos trajes de baño. Casi muero.

Siempre tomamos decisiones. Lo que implica escoger una cosa que nos parece mejor que otra. Comer carne o postre. Hacer ejercicio o dormir. Seguir en una relación o estar solos. Todo tiene ventajas y desventajas y sólo nosotros sabemos qué pesa más en nuestras balanzas personales.

Muchas veces las decisiones son duras, porque sacrificamos mucho de lo que queremos en lo personal por lo que nos parece mejor en su conjunto. La clave es aceptar que hay cosas que trascienden a uno mismo y encontrar satisfacción en eso. Lo bueno de escoger conscientemente es que sabemos valorar las cosas que tenemos, sobre todo cuando lo que dejamos de hacer también tenía valor.

Me gusta pensar que uno se hace el destino con cada paso que toma. Hay un rumbo que tiene el camino. Y siempre podemos cambiar la dirección. Así como siempre puedo comprar cualquier cosa que se me haya olvidado. La maleta puede llevar menos cosas.

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