Paso mis días pensando en qué escribir, en leer lo que han escrito otros, escribiendo al final. Mi diálogo interno se escucha como un dictado y he dicho varias veces que yo sólo me siento a poner en papel lo que ya delineé mientras manejaba, o nadaba, o caminaba. Mi voz interior es una pequeña guionista, con parlamentos y todo, mi vida una película bien trazada.
Hasta que me doy de cara con la realidad que resulta en muchos casos muy distinta de lo que creí que iba a hacer. Lindos los planes puestos por escrito para darse uno cuenta que siempre viene algo después del final. Nuestras cartas terminan en una postdata, el famoso “post script” en inglés. Lo que viene después de lo escrito.
Este año, las palabras más importantes que pude tener cerca son las que me tatué. “El control no es poder”, en el antebrazo izquierdo, y unas pequeñas “PS”, en el dedo medio de la mano derecha. Nada está bajo control, sólo tengo poder sobre mí misma, todo lo que viene está fuera de guión y siempre, siempre, puedo encontrar algo más luego del final.