Estoy trabada de la espalda. Otra vez. Se me atrasó la menstuación un día y troné. Tenía más de un año que no me pasaba eso. Pero ya fui a la acupuntura y me sientl mejor. Lo divertido de la cita fue el interrogatorio previo a la pinchada. Hasta la lengua me vio. Y es que, salvo por algo como una picadura de insecto, yo sí creo en eso que las enfermedades son consecuencia de reacciones del cuerpo ante emociones fuertes.
Y es que de alguna forma tenemos que manifestar lo que tenemos en el cerebro. Al final del día, es desde allí de donde salen todas las instrucciones. Y, nos demos cuenta o no, lo que sentimos como un dolor, nos tiene que dañar. Las tristezas nos oprimen el corazón, los nervios nos retuercen el estómago, el estrés nos estalla la cabeza. Dicen que quedarse con palabras nos da carraspera. Tragarse las lágrimas nos da catarro.
El hecho es que, tampoco entenderlo nos hace inmunes. Porque saber de dónde viene una consecuencia, no quita el acto que la provocó. Si decimos una mentira y eso nos tiene agobiados y eso nos enferma, el conocimiento no nos sana.
Pero es un primer paso. Yo sé que se me atrasó la regla, porque acabo de comprar ropa de bebé para un baby shower y me entristeció que ya no voy a volver a estar embarazada. Saberlo no me quita la trabazón. Igual siento que me estoy partiendo en dos. La iluminación, en este caso, sólo me sirve para ver mejor el problema. Pero no me hace poder volver a tener otro hijo. Sobrevalorado el auto-conocimiento.